Las creencias no se cambian
Tenemos muchas creencias sobre las creencias. Cuantas veces no hemos escuchado que hay que cambiar las creencias limitantes por unas no limitantes. Sin embargo cualquier creencia es una limitación en sí porque vela ese aspecto que es lo real o verdadero. Las creencias son pensamientos y lo que solemos hacer con esos pensamientos es agregarle una narrativa que se convierte en una aparente "creencia", pero es una interpretación más de la realidad.
Obvio esto surge de un condicionamiento que todos tenemos. Estamos condicionados a interpretar la realidad de cierta forma. Este velo de interpretación cubre lo que está realmente sucediendo en este instante. Y lo que pasa es que al privarnos de la verdadera experiencia, nos limita.
Cada quien tiene su punto de vista, su interpretación. Sin embargo la realidad es impersonal. Las creencias dividen, mientras la realidad es una sola, es un continuo no dividido. Los conceptos que surgen de nuestro aprendizaje o condicionamiento y nos separan, no solo de la realidad tal cual es sino de todo y de todos. La experiencia verdadera no tiene calificativo: es lo que es.
El tiempo solo surge a partir de los pensamientos. Podemos pensar en el pasado o en el futuro, pero en realidad el concepto de tiempo vive solo en nuestra mente, no en la realidad de este instante. El sufrimiento surge en el momento que nos resistimos a estar en este instante y nos dejamos llevar por ese contenido mental y emocional que no está de acuerdo o conforme con lo que sucede en este momento.
Todo este juego mental de creer que tenemos que trabajar en las creencias y de instalar las positivas y erradicar las negativas, no tiene fin, me puedo quedar dando vueltas constantemente sin salir de ese loop mental.
La verdadera libertad y plenitud no está en trabajarse en las creencias. Está en darse cuenta de que cualquier pensamiento o emoción que surge nos lleva hacia una interpretación de la realidad (ahora como un "sistema de creencias") que termina por confirmarse en nuesta experiencia. Se refuerza a sí misma.
¿Cual es la salida entonces? Estar y Ser plenamente en este instante. Esto es lo único que hay: este momento continuo, completamente impersonal y neutro. Poderlo reconocer así nos permite diluir cualquier resistencia (creencia o moviemiento de la mente) que nos causa sufrimiento o malestar. Dejar que la atención regrese a su fuente: Yo.